Hay momentos en los que nuestra resiliencia se pone a prueba. Y sin duda esta pandemia y las consecuencias que se derivan de ella, es uno de ellos. La perspectiva de la resiliencia holística nos ofrece un modelo claro y conciso para evaluar y promover la resiliencia.
La resiliencia es una fuerza que fluye de manera natural en todos los ámbitos de la vida, pero también es cierto que hay adversidades que pueden producir no resiliencia. El resultado de la no resiliencia se concreta en bloqueos o mermas en la intensidad de ese flujo resiliente, generados por las circunstancias o factores que lo obstaculizan.
En este modelo fluido, las dinámicas o energías que movilizan la resiliencia son la energía de conexión, la energía de aprendizaje y la energía creativa. Todo lo que contribuya a potenciar estas fuentes de factores, potencia la resiliencia y lo que las obstaculice, merma la resiliencia.
Sin duda, las circunstancias que estamos viviendo han puesto un freno en nuestra capacidad para relacionarnos e interactuar socialmente. Esto conlleva también una disminución de oportunidades de aprender unos de otros ya sea de manera personal o en entornos más formales, como escuelas o universidades. También hemos visto limitada nuestra capacidad de acción y de llevar a cabo nuestras actividades lúdicas o creativas habituales.
No cabe duda que estamos ante unas circunstancias claramente generadoras de no resiliencia. Pero la buena noticia es que la no resiliencia no es absoluta. De hecho, la no resiliencia hace que se activen nuevos recursos para poder restaurar el fluir resiliente natural. Por eso estamos presenciando cómo han aumentado nuestros contactos por redes sociales, incluso con personas y grupos con los que apenas interactuábamos. Nos comunicamos más con nuestros familiares, amistades y vecinos. La empatía y la solidaridad florecen como la propia primavera. También ha aumentado nuestra necesidad de aprender, de mantenernos informados, de leer, de hacer cursos o ver tutoriales de youtube. Del mismo modo, nuestra creatividad se resiste a estar secuestrada y asistimos a una explosión de humor que se transmite por las redes, a acciones colectivas como los aplausos o fiestas improvisadas en los balcones.
Ante esto, todas y todos tenemos un papel que jugar. Podemos actuar de manera proactiva para superar el miedo, la inseguridad y el aislamiento y activar nuestros recursos resilientes para aportar al bien común nuestro granito de arena. Todos los gestos y todas las acciones que se realizan generan un efecto multiplicador que se expande mucho más rápido que cualquier virus, porque no hay nada más contagioso que la resiliencia.
#YoMeQuedoEnCasa
#ContagiaTuResiliencia
Muy inspirador!!
Me alegro mucho de que te resulte inspirador, Esther. Muchas gracias por tu comentario.